La Ética de Epicuro – Priscila Orúe

 

La Ética de Epicuro – Priscila Orúe


Epicuro, filósofo griego, sostenía que la felicidad y el placer están interconectados, y su filosofía, el epicureísmo, se ve como una medicina para el alma. Esta doctrina promueve la búsqueda de placeres espirituales y la ausencia de temores, insistiendo en la satisfacción racional de los placeres sin miedo a los dioses ni a la muerte.

 

La filosofía epicúrea defiende que la felicidad se logra con la ausencia de dolor tanto físico como mental. Los placeres del cuerpo son importantes pero transitorios, mientras que los del alma, aunque más difíciles de alcanzar, son más duraderos y ayudan a mitigar los dolores físicos. Este equilibrio entre placeres físicos y mentales es esencial para alcanzar la felicidad.

 



El epicureísmo es materialista y busca liberar a las personas del miedo a los dioses, la muerte y el destino, ya que estos temores impiden disfrutar de la vida. Epicuro argumenta que los dioses son indiferentes a los asuntos humanos y que la muerte no debe temerse porque, mientras vivimos, la muerte no está presente, y cuando llega, ya no existimos.

 

El epicureísmo es una de las grandes escuelas filosóficas que marcó la transición de la época clásica a la helenística en Grecia. Entre sus seguidores se encuentran Horacio, Virgilio y Lucrecio, entre otros. Las enseñanzas epicúreas fueron resumidas por Diógenes Laercio en su obra "Tetrafármaco", destacando cuatro principios: no temer a los dioses, no temer a la muerte, lo bueno es fácil de conseguir, y lo terrible es fácil de soportar.

 

Epicuro diferenciaba entre varios tipos de placeres: naturales y necesarios, naturales, pero no necesarios, no naturales ni necesarios, y no naturales pero necesarios. También distinguía entre placeres del alma y del cuerpo, placeres estables y placeres móviles.

 


Aunque el epicureísmo es una forma de hedonismo, se distingue por su enfoque equilibrado y racional. Los epicúreos buscan evitar el dolor y las perturbaciones, disfrutando de los placeres sin excesos. Además, valoran la amistad y la conversación intelectual, considerando necesario aceptar ciertos dolores para obtener mayores placeres futuros y rechazar placeres que puedan traer dolores futuros. La felicidad, según los epicúreos, se asocia con la razón y la serenidad, logrando así la ataraxia, un estado de paz sin perturbaciones.

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